Coolcrab, la combinación entre moda y fútbol de leyenda

La moda y el fútbol se han unido en multitud de ocasiones a lo largo de la historia. No nos debe extrañar, puesto que son dos grandes influyentes culturales y, además, tienen la capacidad para impactar en las tendencias y comportamientos de consumo. Por esto y por mucho más, nacen marcas como Coolcrab que plasman en la ropa los momentos épicos del fútbol.

Está claro que los futbolistas son figuras públicas con un enorme alcance y seguidores, lo que los convierte en iconos de estilo. Las marcas de moda aprovechan esta visibilidad para promocionar sus productos, y los aficionados a menudo buscan imitar el estilo de sus ídolos. Este fenómeno crea una sinergia que impulsa el consumo tanto de ropa deportiva como de moda casual, fomentando colaboraciones y lanzamientos exclusivos que atraen a una amplia audiencia.

Pero esto va mucho más allá. Hace unas semanas hablábamos de la tendencia bloke core y cómo las camisetas retro y vintage del mundo del fútbol internacional eran auténtica tendencia. El uso de las camisetas de los equipos, cuanto más extraños y únicas mejor, son el objetivo de muchas personas que desean ser diferentes y destacar el resto. Incluso hablábamos sobre cómo los clubs de fútbol ya están lanzando líneas de ropa exclusivamente apuntando hacia este movimiento.

Fusión entre moda urbana y la emoción del fútbol

Nunca se entendería el fútbol sin la vinculación de las emociones. La pasión, la energía y el sentido de pertenencia a un equipo y unos colores crean una relación a largo plazo. Para toda la vida. Pocas cosas se pueden decir que son para toda la vida en nuestra actualidad, ¿no crees? Ahora bien, si recogemos estos insights y los relacionamos con las tendencias urbanas pueden dar origen a marcas tan interesantes como nuestra protagonista de hoy: Coolcrab (ver web).

“La marca nace de un regalo de Navidad para mis cuñados, nace de la necesidad de hacer un regalo perfecto. Ambos son apasionados del fútbol. El jugador favorito de uno es Mágico Gonzalez, el del otro es Johan Cruyff. Sabiendo esto quería crear algo que llevaran cada día, que lo llevaran de una forma sencilla, elegante y sobre todo que el producto estuviera a la altura de su exigencia (el mejor algodón del mercado), por lo que se me ocurrió bordar en el pecho la silueta de sus referentes futbolísticos. Esto no hubiera sido posible sin la experiencia previa adquirida en la creación de una marca de ropa que no cuajó”, hace referencia Quimet, founder de Coolcrab.

Lo que busca transmitir Coolcrab es una mezcla entre el sentimiento de orgullo por vestir a tu deportista o equipo de forma sutil y elegante (sin extridencias y con originalidad). El mercado de la moda, es un mercado saturado y en el cual cuesta mucho destacar. No basta solo con un diseño original, ni con un muy buen producto, ni con el mejor packaging, sino que tiene que ser el conjunto de las acciones anteriores sumadas a un movimiento social que busque transmitir los valores de la marca a sus futuros consumidores. La forma de transmitir estos valores es a través de la creación de contenido y aportando valor a los futuros compradores. Sirva el ejemplo de Oblack Caps y sus gorras.

Las camisetas bordadas de Coolcrab

Una marca de este tipo debe buscar la excelencia para ofrecer un producto de alta calidad. En sus producciones utilizan el mejor algodón 100% orgánico de Asia como, creando un fondo de calidad muy bueno que acompaña al bordado. Obviamente, estos son los protagonistas principales. En CoolCrab las prendas no solo visten, sino que llevan al usuario a sentirse destacado y especial.

La experiencia y el recuerdo son fundamentales. Cada camiseta guarda momentos casi irrepetibles que los aficionados guardan en su retina. Desde el silencio previo al gol que nos regaló un mundial, pasando por el mate que cruzó el mundo entero, hasta el instante en el que Diego acarició el balón con su mano. Son estos momentos únicos bordados meticulosamente, sus detalles y el algodón mágico los que hacen al consumidor sentirse como una auténtica leyenda. 

El diseño de las prendas bordadas, es una expresión de sencillez, creatividad y pasión por el deporte, sus leyendas y su historia. Cada detalle, color y símbolo cuenta una historia única. La fusión de todos estos elementos provoca que cada una de estas prendas sean piezas de colección.

Factores clave de la vinculación emocional

Esta marca fusiona la moda, el deporte y la historia junto al arte de los bordados y el mejor algodón. Esta combinación permite ofrecer una experiencia única a los clientes. El objetivo que busca Coolcrab es que se sientan como auténticas leyendas. ¿Cómo conseguir ese vínculo emocional?

  1. Identidad y pertenencia: Los aficionados sienten que forman parte de una comunidad más grande.
  2. Tradición y cultura: El fútbol se entrelaza con rituales y costumbres familiares y sociales.
  3. Euforia y catarsis: Las emociones intensas vividas durante los partidos refuerzan el vínculo.
  4. Héroes e ídolos: Los jugadores y equipos se convierten en símbolos de aspiraciones y valores.

Estas conexiones emocionales son potentes y duraderas, incluso diría que se heredan de padres a hijos, haciendo del fútbol una parte integral de la vida de millones de personas en todo el mundo. Las marcas, también.

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El fenómeno de las “tiendas boutique”, la especialización del marketing experiencial

En los últimos años, hemos sido testigos de un fenómeno que ha trascendido su origen en la moda para instalarse con fuerza en casi todos los sectores: los negocios denominados “boutique”. Esta etiqueta, antes asociada a tiendas de ropa de autor o de lujo, hoy se ha convertido en un sinónimo de exclusividad, experiencia y diferenciación. Y no es casualidad. En una época donde los consumidores ya no solo compran productos, sino que esperan algo más de las marcas, los negocios boutique han sabido interpretar esta necesidad y transformarla en una ventaja competitiva.

¿Por qué el modelo boutique es tendencia?

La respuesta sencilla es: porque buscamos vivir experiencias únicas y memorables. El consumidor actual no se conforma con comprar un producto o servicio; quiere sentir que hay algo especial en esa transacción. La etiqueta “boutique” apela directamente a esa búsqueda: exclusividad, diseño, personalización y una historia que a posteriori poder contar.

Ya no se trata solo de comprar un coche, sino de vivir la experiencia de adquirirlo en una boutique Cupra, donde el ambiente, el trato personalizado y la estética del lugar son parte esencial del producto. Lo mismo ocurre con una estancia en un hotel boutique o un corte de pelo en una barbería boutique. La experiencia pesa tanto –o incluso más– que el objeto o servicio en sí.

¿Qué tipos de negocios se han sumado al modelo boutique?

Aunque su origen esté en el sector de la moda, hoy este concepto se extiende a sectores impensables hace una década. Encontramos:

  • Hoteles boutique que cuidan cada detalle, desde la decoración hasta el desayuno artesanal.
  • Cafeterías y panaderías boutique con pan de masa madre, vajilla de diseño y playlists en Spotify muy cool.
  • Barberías boutique que mezclan estética vintage, café de especialidad y servicio premium.
  • Estudios de yoga, gimnasios, agencias de viajes, tiendas de tecnología e incluso consultorías o despachos legales se han sumado a esta ola.

Pero hay una condición clave: todo debe estar contextualizado. No se trata de ponerse el nombre “boutique” por estrategia de marketing sin más. Tiene que haber una verdadera propuesta de valor: personalización, atención al detalle, diseño y experiencia.

¿Qué diferencia a un negocio boutique de los modelos tradicionales?

Podríamos decir que la gran diferencia está en el enfoque. Mientras que los modelos tradicionales buscan escalar, crecer, estandarizar y vender a muchos, el modelo boutique apuesta por lo pequeño, lo cuidado, lo único. No busca atraer a las masas, sino a un nicho que valore esa diferenciación.

Esto aporta ventajas importantes:

  • Cercanía con el cliente: se establece una relación más humana, más emocional.
  • Fidelización más fuerte: los clientes boutique no solo repiten, recomiendan.
  • Mejor conversión y venta: el valor percibido es mayor, y se puede vender más caro sin recurrir a descuentos.
  • Diferenciación real: el trato personalizado y la experiencia hacen que no haya punto de comparación con una gran cadena.
  • Menor vulnerabilidad a la guerra de precios: no se compite por precio, sino por valor.

En definitiva, en vez de volumen, se busca valor. Y eso, en un mundo saturado de ofertas y marcas, es oro puro.

¿Por qué este concepto resulta tan atractivo para los consumidores?

Porque todos queremos sentirnos especiales. El trato personal, que se fue diluyendo con la masificación de las marcas fast-fashion y los servicios automatizados, vuelve a ser una necesidad emocional no cubierta por los grandes.

Mientras gigantes como Zara o Amazon han construido modelos de “mirar, probar, salir o comprar” sin contacto humano, el modelo boutique recupera lo humano, lo auténtico. Nos gusta que nos miren a los ojos, que nos llamen por nuestro nombre, que nos recomienden algo pensando en nosotros.

Esto no es nostalgia, es una reacción natural a la despersonalización del consumo. Queremos que la marca tenga una historia, una estética, una narrativa propia. Y si encima nos hace sentir protagonistas, mejor.

Caso real: la reinvención de Cupra

Un ejemplo llamativo es Cupra, la marca de automóviles que ha transformado por completo la forma de vender coches. Cupra no solo ofrece un vehículo; ofrece una experiencia de marca que comienza en su “boutique”, un espacio donde el cliente es recibido como en una galería de arte, puede probar el coche en un entorno cuidado, y sentir que está comprando algo único, no un coche más del concesionario.

Esta propuesta ha sido especialmente atractiva para un público joven, urbano, que valora tanto el diseño como la diferenciación, y que ya no se siente representado por el modelo tradicional de concesionario.

¿Qué otras tendencias están marcando el camino?

Además del auge de los modelos boutique, hay otra tendencia que merece mención: el consumo de segunda mano. Lejos de ser una moda pasajera, parece una transformación más profunda en nuestra manera de consumir. La sostenibilidad, la conciencia ambiental y la búsqueda de productos únicos también están impulsando este comportamiento.

Curiosamente, en muchos casos el mercado de segunda mano también incorpora elementos del modelo boutique: curación de productos, storytelling, trato personalizado. Plataformas como Vinted o tiendas físicas de ropa vintage están empezando a funcionar con esta lógica: ser una boutique de segunda mano, no una tienda de saldos.

Los negocios boutique no son solo una etiqueta estética, sino una respuesta inteligente a una necesidad emocional del consumidor actual: la de ser visto, escuchado y tratado como único. En un entorno saturado de opciones, quien ofrece una experiencia significativa tiene mucho terreno ganado.

Como profesionales del marketing, debemos dejar de pensar solo en producto, y empezar a diseñar vivencias. El futuro –y el presente– pasa por ahí. Boutique ya no es sinónimo de lujo, es sinónimo de cuidado. Y ese cuidado, bien comunicado, vale más que cualquier promoción.

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Cómo actúa una “marca silenciosa” en el ámbito de la actuación social: caso IKEA Valencia

En un entorno cada vez más imprevisible —crisis climáticas, tensiones sociales, desastres naturales—, las marcas ya no pueden quedarse al margen. Pero, ¿cómo deben actuar? ¿Cuándo es el momento de intervenir? ¿Y cómo hacerlo con sensibilidad y coherencia sin que parezca oportunismo? Hace unas semanas, en el evento Hoy Es Marketing Valencia 2025, organizado por ESIC Business & Marketing School Valencia tuve la suerte de explorar este concepto de ‘marca silenciosa’: esa que actúa desde la responsabilidad y el compromiso, no desde el escaparate.

Y lo hice con un invitado de excepción: Gabriel Ladaria, director de marketing de IKEA España, una marca que ha demostrado cómo se puede tener impacto real en el entorno sin necesidad de grandes campañas. En este artículo quiero resumir esa conversación sobre el equilibrio entre acción y comunicación, propósito y reputación, marketing y humanidad. Creo que no debe permanecer para volver una y otra vez a leerla. Merece la pena.

Vivimos un momento en el que las marcas ya no pueden limitarse a vender productos: se espera de ellas que tengan un punto de vista, una responsabilidad y un compromiso con el entorno. Pero también vivimos en un contexto de saturación, donde cada gesto parece evaluado bajo el prisma del marketing. Desde IKEA creemos en una forma distinta de estar presentes: no desde el protagonismo, sino desde la utilidad. Apostamos por una acción coherente, centrada en las personas y guiada por nuestro propósito de crear un mejor día a día para la mayoría de las personas. Y muchas veces, eso significa actuar sin necesidad de contarlo.

Hoy queremos compartir cómo entendemos ese equilibrio entre acción y comunicación, entre propósito y reputación, entre lo que somos como marca y lo que necesitan las personas a nuestro alrededor.

¿Cuál crees que es el papel que deben asumir hoy las marcas frente a los retos sociales o medioambientales de su entorno inmediato?

Las marcas no son entes abstractos: están formadas por personas, afectan a comunidades y tienen una huella —ambiental, económica, social— que deja marca allá donde operan. En IKEA creemos que esto implica una responsabilidad activa. No basta con tener un propósito definido; hay que traducirlo en decisiones cotidianas, tanto en lo estratégico como en lo operativo.

En el contexto actual, donde los retos sociales y medioambientales se hacen cada vez más urgentes y visibles, las marcas tienen que preguntarse: ¿cómo contribuimos al bienestar común más allá de nuestra actividad comercial? En nuestro caso, eso significa trabajar para que nuestros productos sean más sostenibles y accesibles, pero también estar cerca de las comunidades en momentos difíciles, colaborar con entidades sociales y revisar continuamente nuestro impacto.

La clave está en no mirar hacia otro lado. Si formas parte del entorno, también formas parte de sus problemas… y de sus soluciones.

¿Cómo definís internamente cuándo y cómo actuar ante una situación externa que no está directamente relacionada con vuestro negocio?

Lo primero que nos preguntamos es si podemos ser útiles de manera significativa. No actuamos desde el impulso, sino desde la utilidad. Y para eso, valoramos varios factores: el alcance y urgencia de la situación, el nivel de impacto en las comunidades donde estamos presentes, y si realmente tenemos los recursos, el conocimiento o la red para aportar algo que marque una diferencia real.

Además, analizamos siempre el contexto con mucho respeto. No todas las crisis requieren la presencia de una marca. A veces ayudar es ceder espacio a las entidades que ya están trabajando sobre el terreno, o apoyar desde detrás del escenario, como hemos hecho en Valencia con la DANA. En IKEA creemos que la discreción, en estos casos, también es una forma de respeto.

¿Qué significa para vosotros “actuar con responsabilidad” más allá del propósito corporativo?

Actuar con responsabilidad es hacer lo correcto incluso cuando nadie está mirando. Significa tomar decisiones alineadas con nuestros valores, incluso si no son las más rentables a corto plazo.

En IKEA tenemos un propósito claro: “crear un mejor día a día para la mayoría de las personas”. Eso es una brújula, pero no basta. La responsabilidad se ejerce en lo cotidiano: en cómo diseñamos nuestros productos, en cómo seleccionamos nuestros proveedores, en cómo tratamos a nuestros empleados, en cómo escuchamos a nuestras comunidades locales.

¿Cuál es el valor de actuar de forma silenciosa, sin buscar protagonismo mediático?

En un entorno mediático donde muchas marcas compiten por atención constante, actuar en silencio es casi un acto de contracorriente. Pero creemos que es necesario. No porque comunicar esté mal —comunicar también puede inspirar—, sino porque hay momentos en los que lo más honesto es actuar sin esperar reconocimiento.

La verdadera reputación no se construye con lo que decimos de nosotros mismos, sino con lo que las personas viven de nuestra marca. Una acción coherente y bien ejecutada, aunque no se comunique de forma masiva, acaba generando confianza a largo plazo.

Por eso, cuando intervenimos en situaciones sensibles, priorizamos el impacto sobre la visibilidad. Y si luego se comunica, que sea con un enfoque respetuoso, desde la transparencia y no desde la autopromoción.

¿Cómo se equilibra la necesidad de contribuir con la tentación de capitalizar esa acción como parte del marketing?

El equilibrio está en el propósito. Si contribuyes desde lo que eres y no desde lo que quieres parecer, la línea se mantiene clara. En IKEA no concebimos nuestras acciones sociales como “contenidos”, sino como extensiones naturales de nuestra forma de estar en el mundo.

Por supuesto, entendemos que el marketing tiene un papel que jugar: puede amplificar, inspirar, conectar. Pero siempre desde la verdad. Comunicar una acción debe ser una consecuencia, no el objetivo. Si hay impacto, ese impacto hablará por sí solo. Y si no lo hay, ninguna campaña lo va a compensar.

¿Una marca silenciosa comunica menos o comunica de otra manera?

Comunica de forma más reflexiva, más honesta y más conectada con su propósito. No se trata de estar callados, sino de saber cuándo, cómo y por qué se habla.

La marca silenciosa no renuncia a la comunicación. Simplemente pone el foco en el contenido, no en el protagonismo.

¿Cómo se asegura una marca de que sus acciones sociales sean percibidas como auténticas y no como oportunismo?

La percepción de autenticidad no se construye en un solo acto: es el resultado de la coherencia acumulada en el tiempo. Si tus acciones están alineadas con lo que llevas años haciendo, y si no se contradicen con lo que haces en otros frentes, las personas lo perciben como algo natural.

En IKEA no improvisamos nuestra forma de actuar en lo social: tenemos alianzas duraderas con entidades del tercer sector, políticas claras de sostenibilidad y diversidad, y una visión a largo plazo. Eso crea un marco en el que cualquier acción puntual tiene contexto.

La clave está en que la acción no sea “para afuera”, sino “desde dentro”.

¿Crees que el consumidor penaliza más la inacción o una mala acción?

Una mala acción es más difícil de reparar. La inacción puede generar decepción o silencio, pero una acción mal planteada, mal ejecutada o incoherente puede provocar rechazo, desconfianza o incluso boicot.

Hoy el consumidor está más informado, más exigente y más crítico. No espera perfección, pero sí honestidad. Si una marca actúa de forma oportunista o incoherente, no solo pierde credibilidad en ese momento, sino que compromete su legitimidad futura.

¿Crees que veremos más marcas silenciosas o más activismo de marca explícito?

Creo que veremos ambas cosas. Habrá marcas que apuesten por el activismo visible, y otras por una presencia más sutil. Lo importante no es tanto el formato como la sinceridad del fondo.

Lo que sí veremos, sin duda, es un consumidor más sensible a la coherencia: que ya no se deja impresionar solo por grandes campañas, sino que mira qué hay detrás de cada acción.

¿Qué consejo le darías a una marca que quiere tener impacto real sin caer en el postureo?

Que se acerque a las personas, a los colectivos, a las realidades locales. No se puede tener impacto desde una torre de marfil, es importante escuchar.

Segundo, que trabaje desde dentro: que alinee sus procesos, sus productos, su cultura y sus políticas con los valores que quiere defender fuera.

Y por último, que actúe desde la humildad. A veces, transformar una pequeña comunidad es el primer paso para un gran cambio.

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