Hoy toca pensar más allá. Plantearnos nuevos escenarios que en alguna ocasión seguro tendremos que abarcar en nuestras empresas o negocios, e ir más allá de lo que el mercado ha establecido con el paso del tiempo.
Veamos. La importancia de un buen trabajo de marca cada vez está más claro y la cultura del marketing va adquiriendo peso en la estructura empresarial, pero a veces, nos olvidamos que podemos conseguir mucho con menos en marketing, cuando ponemos el foco en la categoría de nuestro producto o servicio.
Si cogemos el ejemplo de la actual gastronomía y el auge del interés del público por ella, nos daremos cuenta de algo que hacen estos profesionales desde ya algún tiempo. Son auténticos expertos en diferenciar sus productos renombrando nuevas categorías. ¿Magdalena o muffin? No es lo mismo, ¿o sí?
Bueno, quizás la primera me sabe más a antigua, menos sabrosa e incluso más insana. En cambio la segunda, mmm la segunda!! Me da igual que sea de yogur, de zanahoria o de aguacate. Es apetecible para la merienda y para el desayuno. Sin darnos cuenta, nos han introducido con apenas cambio, en una nueva categoría de producto. ¿Cómo? Con apenas un cambio de nombre.
Hasta que un juguete siga siendo un juguete, o un zapato siga siendo un zapato, no encontraremos una nueva categoría de producto en la cuál ser diferentes y ser únicos. Apelar a otro tipo de estímulos para que nuestro cliente tipo sienta atracción por él. Seremos los líderes de esa categoría.
Sobre todo, este trabajo estratégico es muy potente cuando nos encontramos ante un producto o servicio que tenga asociado connotaciones negativas (como poco saludable, dañino, inseguro…), y tengamos en nuestra mano transformar eso en algo distinto, desterrar alguna falsa creencia. Pensemos en la comida rápida y en la variedad de creativos nombre que nos encontramos.
Los nombre son transformadores, y en todas las categorías podremos trabajar la creatividad y obtener nuevos productos y servicios sorprendentes. No es lo mismo tomar un café con leche, que un café latte.