Cuando la urgencia y la inmediatez se han convertido en principales atributos del comercio electrónico es complicado arrebatar ese deseo, o necesidad, al usuario. Nos hemos acostumbrados a entregas cada vez más rápidas de nuestros pedidos online y eso conlleva un conflicto con eficiencia y la contaminación. Ante esta situación está naciendo un movimiento que camina hacia un concepto denominado “slow delivery” que propone entregas sostenibles y eficientes.
Y no es casual, puesto que el atributo “slow” da nombre a una etiqueta que abandera la vuelta a la consciencia y a hacer las cosas de manera natural. Se viene dando desde los años ochenta del pasado siglo a consecuencia del despliegue de las cadenas de comida rápida tipo McDonal’s, pero en nuestros días llega de la mano de la moda (slow fashion) o incluso de la vida en general (slow life). Todo un estilo de vida que muchos consumidores abrazan como razón de ser y también de consumir.
El impacto de la logística en el medio ambiente
El canal logístico es un operador fundamental para sustentar todo la economía digital que tanto auge ha experimentado desde los periodos de confinamiento reciente. Muchos consumidores han podido experimentar, por gusto u obligación, sus primeras compras en Internet y muchos de ellos se han quedado aquí para repetir. Eso implica un repunte de pedidos, ventas, negocio… pero también un aumento sustancial de las operaciones de envío y entrega de pedidos. Es obvio que esto tiene una implicación en el medio ambiente y por eso, conceptos como el “slow delivery” ocupan un espacio de debate muy importante e interesante en nuestros días.
Como bien cuenta Antonio Iglesias, experto en logística y compañero docente en ESIC Business School en su participación para la sección de Nuevos Tiempos de El País:
“El slow delivery [entrega lenta] es una tendencia muy firme y que va a seguir cogiendo tracción, por mucho que las expectativas de gran parte de los clientes presionen en sentido contrario”.
Antonio Iglesias, experto en logística y cadena de suministro y profesor de ESIC
Es así, puesto que los envíos gratuitos, express o la tendencia del Quick Commerce esté apretando las expectativas de los consumidores, tenemos una nueva generación que balancea esto con el respeto por el medio ambiente. Los millenials y la generación Z son más cercanos al consumo consciente, por ello, se están detectando insights que hacen pensar en un cambio en la manera de hacer. Además, como apuntan muchos expertos, el sistema actual basado en las prisas y la urgencia infundada no es sostenible en el tiempo.
De ahí que se hable ya de “slow delivery” y ya algunas tiendas online proponen al comprador elegir la forma de recibir su pedido. Casos como el de Correos Market ofrece la posibilidad de elegir la opción “envío responsable” que propone una trazabilidad basada en la eficiencia y la responsabilidad. Pronto veremos como más marcas se unen a este “envío green” o “envío responsable”.
El reto de la última milla para el “slow delivery”
Aunque, sin duda, el reto para el “slow delivery” radica en poder organizar y ejecutar con garantías sostenibles la entrega en la denominada última milla. La tecnología, la movilidad urbana y los propios consumidores son vitales para que esto llegue a funcionar.
Nos hemos acostumbrados a recibir en casa nuestros pedidos, pero a causa de esto se dan problemas que generan un doble consumo de recursos, por ejemplo, la gestión de la ausencia. En otros países de nuestro entorno, como Francia, la entrega final se hace en la mayoría de ocasiones en comercios cercanos del mismo barrio, casi nunca en la vivienda final. Aquí entran factores culturales en juego, pero es una manera de garantizar la entrega y optimizar los recursos.
Por nuestra parte, ya disponemos de múltiples opciones que pueden ayudar a esto como los taquillas inteligentes y otros sistemas que ayudan en la entrega final. Sea como sea, el modelo debe ir por una mayor consciencia y por ganar eficacia. Por nosotros y por el mundo que debemos dejar a las siguientes generaciones.
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