Por que sí, por que no nos fijamos en esos detalles. Pasan desapercibidos. Están ahí, acompañándonos en el desayuno con porras y chocolate, en el aperitivo y/o vermut de mediodía, en la cerveza con papas, sí, y no nos fijamos en ellas.
Os quiero hablar de la servilleta de bar! ¿Cuál Paco? La de siempre, esa servilleta pequeña, blanca, con su cenefa a todo alrededor de color azul (también se han visto en rojo), esa gran olvidada!
Siempre nos ha acompañado en el bar español de toda la vida, e incluso en muchos, se ha utilizado y se ha tirado al suelo indiscriminadamente hasta llenar tooooodo el borde de la barra de ellas (sí, junto a compañeros inseparables como palillos y demás habitantes del bar).
¿Un producto concebido para qué? ¿Para limpiarnos? Noooo, de eso nada! Todos sabemos que de limpiar nada, no habrá material en la tierra que al contacto con el aceite se vuelva tan transparente como este, la servilleta de bar.
Es curioso, y no me he vuelto loco, por escribir esta noche sobre esto, no. Todo tiene un por qué. Sí. ¿Cuántos productos conocemos que se utilizan para todo menos para lo que se han pensado que es su utilización “normal”?
Esta servilleta ha servido para apuntar versos de canciones, para firmar contratos de futbolistas de primer nivel, para apuntar teléfonos, para ligar. Para todo, menos para limpiarse.
¿Creéis que esta solera y este recuerdo que tenemos asociado a este producto sería el mismo si cumpliera con su cometido principal? Pienso que no.
Pienso que somos tan sumamente impredecibles que convertimos en productos míticos a productos que haciendo fatalmente su labor, ahí están, conviviendo con nosotros y encima con un cariño especial.
Ahí está la magia del pensamiento lateral aplicado a marketing y al diseño de productos. Convirtamos productos, en productos míticos. No inventemos teléfonos para que sirvan para hablar (ah no Paco, eso ya está inventado) Pues eso 😉
Foto: elconfidencial.com