Poder dar la vuelta a un mercado y enfocarlo hacia su polo mas opuesto es siempre un movimiento atrevido, pero que puede albergar muchas oportunidades. Obvio que no son tareas sencillas, al contrario, son movimientos complejos que a menudo es el propio entorno el que estimula dichas decisiones, pero con casos como los de Funkos y los juguetes para no jugar se tienen ejemplos muy interesantes.
La defensa del concepto del “no mercado” explica este tipo de actividades que se alejan del valor principal y primario de un enfoque. Un juguete tradicionalmente está ideado para jugar, pasar un buen rato y sobre todo destinado a un público infantil que disfruta con el poder de la imaginación y el ingenio. Ese es el mercado de un juguete, por lo tanto, ¿cuál es su “no mercado”? El de no jugar.
¿Es posible tener un contexto donde un juguete no se compre para jugar? Sí, por supuesto. Además, no es nada nuevo, porque el fenómeno del coleccionismo está ahí desde hace mucho tiempo y se apropia de una porción del sector de juguete al que no llega con el público infantil. Lo que normalmente se ha llevado a cabo para el coleccionista que responde a series limitadas y únicas de un juguete o juego actual o pasado, ahora funciona como verdadera ventaja competitiva para marcas como Funko.
Funkos, los juguetes para no jugar
Los Funkos son juguetes con los que no se juega. La media de edad de sus compradores son unos 35 años y muchos incurren en ellos de manera ocasional y otras de manera recurrente. Los Funkos son unas figuras de reducido tamaño y proporciones desequilibradas. Cuentan con una cabeza de mayor tamaño respecto al resto del cuerpo, caracterizando así su identidad y convirtiéndose en un producto divertido y muy cuqui. Esa dulzura que aporta lo entrañable y lo que no es perfectamente idílico, o sea, lo imperfecto.
Este tipo de juguetes son productos que abarcan un gran ámbito de públicos. Los niños pueden caer en la tentación de los Funkos porque tienen ese aspecto de figura de juego, pero su público adulto es el objetivo principal porque además, es muy permeable. Los Funkos tienen un amplísimo número de referencias y licencias que abarcan desde los personales Marvel, DC, Disney, Fortnite, etc. hasta figuras como cantantes y deportistas de primer nivel. Esto consigue que siempre existe un Funko que pueda agradar a cualquier persona.
Por lo tanto, este “no mercado” del juguete se extiende gracias al coleccionismo, pero también es altamente atractivo para el concepto de regalo. De hecho, muchos de los coleccionistas comienzan su hobbie con la llegada de un regalo que poco a poco termina siendo su pasión y casi un estilo de vida.
El poder de lo cuqui
Muchas son las connotaciones que un Funko guarda para explica su éxito comercial, pero una es la tendencia hacia lo cuqui. Así lo transmite también tendencias como el diseño Kawaii, y como bien explica Simon May en su obra “El poder de lo cuqui”, aquello cuqui va más allá del ámbito infantil y se coloca como un refugio de la realidad que busca constantemente la perfección. Los Funkos han conseguido unificar bajo sus rasgos sencillos, redondeados y dulces una línea que acoge a muchos ámbitos dispares y que, sin ser estrictamente coleccionables, se convierten en ello por ser factibles de unificar figuras.
Recuérdalo, todo el mundo es fan de algo y para ello, habrá algún Funko.