Seguro que estos días atrás te has encontrado con la noticia de que Mercadona estaba presentando en algunos de sus supermercados un nuevo producto: huevos fritos envasados. La idea ha generado multitud de opiniones, sobre todo en redes sociales, donde muchos usuarios se sorprendían de la innovación y mostraban sus dudas al respecto. En este artículo vamos a hablar un poco de ello y analizar los puntos fuertes y débiles de este producto que ya ha captado la atención del público.
No es una idea reciente, puesto que su creador Javier Yzuel ya patentó el método en 2014 y desde entonces se ha ido probando y testando en distintas circunstancias. Ahora, y tras el paso del producto por restaurantes como Burger King, llega al gran consumo de la mano de Mercadona. Un producto preparado y listo para comer el cuál solo necesita ser calentado en microondas para poder degustarlo.
Lejos de los comentarios que se han estado viendo en los últimos días, este tipo de productos los debemos analizar desde una perspectiva amplia que recoja tanto al mercado como a los consumidores. Es decir, estamos totalmente adaptados a otros productos similares como, por ejemplo, la lechuga cortada que incluso ha batido a la lechuga sin manipular. Aparentemente un producto que elimina la inofensiva tarea de cortar una hortaliza para preparar una ensalada, pero que en verdad ahorra tiempo y facilidad en los procesos.
La escasez de tiempo en el día a día es un potente insight
El huevo frito envasado es idéntico. Incluso mejor pensado. Es un insight muy potente y comúnmente ya reconocido por el entorno. El consumidor no tiene tiempo y además, en el peor de los casos, no sabe cocinar. Elementos que se unen a la urgencia y la inmediatez por obtener resultados como aspectos claves a la hora de desarrollar nuevos productos o servicios.
Como Javier Yzuel cree y recoge este artículo de EPE, muchos de los usuarios no cocinarán en su casa de aquí a tres años. Una afirmación que deja mucho espacio para el pensamiento, puesto que las tendencias sociales, de vida y consumo apuntan cada vez más a esa escasez de tiempos para ciertas tareas que deben ser suplidas por una oferta de productos y servicios que se está desarrollando.
No es banal, puesto que muchos expertos afirman que las casas del futuro no tendrán cocina incorporada en sus diseños. La cocina pasará de ser un elemento funcional a ser un elemento social, donde se cocine en espacios comunes en ocasiones marcadas. La cotidianidad del día lo marcará la comida preparada que incluso será más rentable que adquirir los productos por separado y cocinar.
De hecho, podemos ver como la tendencia es que la vivienda sea cada vez más pequeña y sus cocinas menguantes, incluso perdiendo su estancia independiente tradicional. Quizás los nuevos modelos de coliving apuntan a este tipo de movimientos sociales.
Los huevos envasados de Mercadona, sí o no
Por lo tanto este tipo de innovaciones hay que cogerlas con mucho respeto, puesto pueden generar un punto de partida súper interesante para otras soluciones que todavía estén por llegar. El huevo frito envasado ya se usa en restauración, bien congelado o refrigerado, pero ahora llega a modo de test al usuario final donde el tiempo nos dirá si tendrá cabida o no.
Lo que sí es cierto es que está alineado con la tendencia a disponer de menos tiempo para cocinar, puede ayudar a personas con discapacidad, a jóvenes que están solos en casa y los padres prefieren que no enciendan los fuegos o simplemente como opción rápida para un momento puntual. Situaciones y aplicaciones las hay, por lo tanto, puede que no sea tan mala opción como muchos opinan en las redes sociales. A la creatividad hay que darle un tiempo para comprobar si se convierte en innovación.
Quizás, es obvio, que el plástico no se la mejor solución para el envasado, pero a día de hoy parece ser la única. Es un punto a mejorar para alinearse con la sostenibilidad que demanda el usuario, pero también muy interesante el apunte que hace su creador sobre el doble plástico en la parte de la yema, puesto que muchas personas la presionaban para comprobar que estaba líquida, dejando inservible el producto. Un aspecto muy singular, pero super destacado a la hora de terminar de conceptualizar el producto.