Los que trabajamos en marketing somos conscientes de la importancia que tiene para las personas el poder tocar algo y sentirlo como suyo. Es normal, todo lo que podamos englobar como algo intangible es, por experiencia, mucho más complicado de asimilar por nuestro cerebro.
Por eso debemos tener presente cuando diseñemos nuestras estrategias de ventas y contacto del producto con el cliente, en qué momento interactúa el mismo con nosotros. Si sabemos identificarlo bien y diseñamos una buena interacción tendremos un buen camino andado.
Una solución que resulta siempre muy positiva es lograr que el potencial cliente interactúe con el producto en el mismo punto de venta. Consigue que el consumidor toque tu producto, que lo tenga en la mano, que lo pruebe… de esta manera estarás activando en su cerebro un pequeño mecanismo: El sentido de pertenencia.
Es conocido, por diferentes estudios científicos, que cuando una persona tiene algún tipo de objeto/producto en su mano con la intención de llevar a cabo un proceso de compra, su cerebro se activa y empieza a generar un apego especial hacia ese producto. Como si ya lo considerara suyo.
Aunque este usuario no lleve a fin el proceso de compra, su cerebro se genera el recuerdo como que “deja algo suyo” y quedará en nuestra parte subconsciente del mismo por un tiempo. ¿Nos hará volver otro día a por él?
Esto es así y muchas marcas ya lo saben. Pasearos por diferentes tiendas de ropa, veréis como cada vez vemos más la ropa expuesta en mesas y menos en perchas. Esta opción nos lleva más fácilmente a coger la prenda, tocarla, probárnosla… potenciando así el sentido del tacto e intentando generar sentido de pertenencia.
Recordad, cuando tocamos algo, estamos recibiendo estímulos a través de ese sentido tan importante y que a menudo pasamos por alto. El sentido del tacto. No lo olvidéis.
Y tú, ¿cómo potenciarías este sentido en tu negocio?