Los periodos de rebajas han sido tradicionalmente espacios donde el consumidor espera encontrar aquellos chollos que estaba meses esperando y las marcas intentan liquidar stocks ante la finalización de la campaña. Normalmente han existido dos grandes ocasiones en el año: las rebajas de invierno y las rebajas de verano.
La pregunta es: ¿sigue teniendo sentido estos periodos tan marcados de rebajas?
Hace tiempo que me vengo preguntado esta cuestión. Simplemente a modo personal y con mucha curiosidad, puesto que detecto distintas variables en nuestro entorno actual que ya no encajan tanto con aquellas que promovieron este tipo de estrategias comerciales.
Por un lado, hace ya diez años que se eliminaron los periodos de rebajas por parte del gobierno. En 2012 fueron las últimas rebajas acotadas por ley, lo cuales eliminaron dejando libertad a los periodos de descuentos en productos y servicios según el criterio de cada marca o comercio. Esto ha traído consigo muchos cambios en estos años, sobre todo, en los hábitos del consumidor y en su manera de relacionarse con las marcas y los descuentos.
Esta normativo hizo que las rebajas quedaran totalmente liberalizadas y no limitadas a los periodos de rebajas de invierno y rebajas de verano. A partir de ese momento habría libertad de periodos, de franjas de descuentos y de productos que podrían estar en promoción.
Por lo tanto, si hay libertad de rebajas, ¿por qué siguen siendo las rebajas de invierno y las rebajas de verano un reclamo en las mismas fechas de siempre?
Aunque ya no observamos las antiguas colas de personas a las puertas de El Corte Inglés esperando que abran en el primer día de rebajas, el mes de enero arranca con la etiqueta de rebajas de invierno y acapara la atención de marcas y medios de comunicación. Es singular porque cada ya en inicios de Navidad muchas marcas proponen rebajas privadas para clientes fidelizados o descuentos en productos outlet.
Sin olvidar que muchos consumidores adelantan muchas compras en campañas como Black Friday y CyberMonday en tan solo escasamente un mes de distancia y a las puertas de Navidad. Campañas que han llegado desde otras culturas que ya han acaparado la atención de todos e incluso han saltado desde el original canal online hasta la tienda física.
Además, ¿qué sentido tiene rebajas ya productos de invierno si todavía no ha llegado el frío a la mayoría del país? El cambio climático está haciendo que las bajas temperaturas se presenten cada vez más tarde y el invierno llegue bien entrado el mes de enero, por lo tanto, ¿liquidar producto de invierno con descuentos agresivos es la mejor opción? La gran mayoría de consumidores espera a comprar productos de invierno a rebajas.
Esto puede ser válido para grandes marcas y comercios pero, es altamente peligroso para los pequeños retails que pueden ver devorados sus márgenes entre tantas campañas de descuentos y promociones.
¿Quién gana y quién pierde con las rebajas de invierno?
Aparentemente el consumidor puede verse beneficiado de una apertura comercial y de la batalla por llamar su atención que libran las marcas con el estímulo de los descuentos, pero quizás no del todo. Con el cambio de tendencia, por ejemplo en el textil, lo que hemos experimentado es una menor calidad de las prendas algo rebajas en detrimento de prendas de mayor calidad con mayor porcentaje de descuento como sucedía antes. Ahora, las colecciones más cortas y entre temporadas consiguen mantener conectado al consumidor con novedades y rebajas constantes, eso sí, a favor de menos calidad en el producto por norma general.
Las marcas y comercios con más margen pueden ver rendimientos en estas estrategias, pero sin duda los pequeños comercios no. Son y serán los grandes afectados de este nuevo sistema.
Solo nos queda reflexionar si tienen sentido estas “rebajas de invierno” y “rebajas de verano” o son un puro reclamo más que se alinean con la nostalgia de la tradición y la sensación de escasez que trae la también tradicional “cuesta de enero”.
Foto de Claudio Schwarz en Unsplash