Tras una nueva resaca provocada por los días de Black Friday y el posterior Cyber Monday, llega el momento de pensar en la campaña de Navidad y también en las siguientes rebajas de enero. Toda una marabunta de días donde los estímulos hacia la compra propician que el consumo consciente se vea peligrosamente alterado.
Prestar atención a aquello que se compra o no cada vez es más común entre la diversidad de los consumidores. El consumo consciente va de la mano del consumo sostenible y no solo afecta de forma positiva al medio ambiente, si no también de manea psicológica al bienestar de las personas. Aunque está comprobado que encontrar chollos y super ofertas activa las recompensas que nos regala nuestro cerebro, tener una actitud consciente hacia la compra nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos y con el entorno que nos rodea.
El enfoque de inmediatez provoca que se produzcan más ventas, en muchas ocasiones, de productos que no se necesitan. Esto consigue que la industria produzca más y más, penalizando al medio ambiente por el alto impacto que tienen los efectos de las promociones y ventas de productos “flash” o baratos, puesto que éstos suelen tener una vida efectiva mucho más corta.
La urgencia y el deseo de la novedad
Cuando un producto entra en el modelo de usar y tirar debemos preocuparnos. Esto está sucediendo en distintos sectores, pero sobre todo lo vemos en la moda. La ropa se ha posicionado en los últimos tiempos como un producto de tendencia donde muchas prendas solo aguantan unos pocos lavados y éstas son desechadas cuando llega la siguiente tendencia al mercado.
Muchas marcas producen un alto número de colecciones al año, provocando el deseo y la urgencia de un consumo irracional que perjudica al entorno en general. De todo esto se producen muchísimos desechos, tanto en el origen de la producción como al final del recorrido, en casa del consumidor. Ejemplos como Recovo intentan darle más y mejor vida a los excedentes textiles. Cada día hay más consumidores que atienden al consumo consciente, aunque todavía muchos valoran la sostenibilidad, pero no a cualquier precio.
¿Qué es el consumo consciente?
Cuando se habla de consumo consciente nos referimos a construir unos hábitos donde examinemos aquellos productos y servicios que adquirimos. Se trata de un hábito de compra. El consumo consciente significa comprar de manera inteligente, selectiva y atendiendo a las condiciones sociales y ecológicas por las cuáles ese producto se ha producido.
La idea es comprar menos, pero comprar de mayor calidad. Disminuyendo la frecuencia de compra se puede adquirir productos de mayor calidad y por extensión, de mayor durabilidad. De hecho, potenciar la reparación de productos es una vía de alto impacto en el consumo consciente.
Muchos consumidores optan por un activismo en el consumo y utilizan técnicas como la denomianda “buycott”, dándoles valor a aquellas marcas responsables y quitándoselas a aquellas que no lo son. Consumiendo conscientemente se reducen los desechos y la contaminación del medio ambiente, puesto que los productos no vendidos o devueltos en la gran mayoría de ocasiones acaban en vertederos o incinerados. Debemos recordar que el efecto del ecommerce tiene un alto impacto, por eso algunas plataformas como Correos Market ponen a elección del usuario la opción del “Slow Delivery“.
¿Cómo se puede llevar a cabo un consumo consciente?
Se trata sobre todo de estar al lado de marcas comprometidas y que se sustenten en valores sostenibles. Hay muchos sellos y etiquetas que avalan los procesos y procedimientos, como por ejemplo el Movimiento B Corp y sus políticas de sostenibilidad global. A partir de ahí, existen muchos consejos y recomendaciones para activar un consumo consciente, como, por ejemplo:
- Cuenta con la calidad en lugar de la cantidad. Prioriza aquellos productos más duraderos aunque tengan un precio un poco más elevado. Ahorrarás dinero a largo plazo.
- Pesar, luego comprar. Si activamos un pensamiento proactivo llevaremos clara la idea de qué productos realmente necesitamos y cuáles no.
- Intentar frenar las decisiones de compra inmediatas. Es mejor siempre pensar y darle un tiempo a la decisión antes de llevar a cabo el proceso de compra. A menudo nos daremos cuenta que quizás no nos hacía tanta falta, aunque estuviera en oferta.
- Piensa en aquellos materiales más naturales. Madera, algodón, lino… son mejores que los plásticos.
- No te dejes llevar por las modas pasajeras (fad), piensa en aquellos productos que no pasarán de moda tan fácilmente.
- Apoya a productores locales y compra comercio justo.