En tiempos inciertos es normal sentir incertidumbre. Vivimos una época donde la toma de decisiones tiene que ser hábil, coherente y fiel a la filosofía de la marca. Nada fácil he de reconocer, pero nada fuera de las responsabilidades de una organización.
Como sabes, una empresa posee dos grandes públicos. El público externo y el público interno. El primero es fácilmente reconocible, sobre todo clientes. También lo es el segundo, en su mayoría, empleados.
El impasse que marca el COVID19 a nivel mundial es extraordinario, y está mostrando como existen marcas que buscan la oportunidad de reivindicarse y otras que desarrollan su vertiente más oportunista. (Te recomiendo este artículo de mi compañero Francisco Torreblanca)
Desde casi el primer momento la gran mayoría de marcas se ha esforzado por comunicar hacia el exterior. Garantizar pedidos, oferta, tranquilidad, clientes. Incluso muchas marcas han aportado su granito de arena en forma de productos o servicios para ayudar en la crisis.
Otras, han lanzado mensajes publicitarios o ediciones limitadas de sus productos. Ocasión sin igual para lanzar la imagen de la marca gracias al poder del Marketing Social, y quizás también al don del oportunismo.
De puertas hacia fuera está claro, no hay dudas. Todos pensamos en cuidar a los clientes y a controlar en mayor o menor medida sus percepciones. Pero, ¿qué sucede con el público interno?
Quizás es lo que menos llega al consumidor final, sobre todo en pymes que su influencia mediática es escasa o nula. La comunicación con el público interno, empleados, debe ser ahora más que nunca muy fluida, transparente y fraternal.
Hoy podrás encontrar muchas marcas que se olvidan de sus empleados, de aportar ese valor humano a las personas que desempeñan una labor para que todo funcione. Sin embargo, podrás encontrar mensajes que buscan ser muy humanos de cara al exterior (para seducir al consumidor en tiempos hostiles).
Hoy también encontrarás marcas que no hacen esto. Marcas responsables y con valores infranqueables que tratan a ambos públicos como se merecen. Marcas que tendrán que hacer esfuerzos empresariales, tomar decisiones duras, pero que aplicarán el sentido común a todos los procesos.
Marcas, empresas, organizaciones… no vale todo. El mensaje publicitario es bonito, emocional, emocionante… pero cada vez el consumidor está más formado y es capaz de distinguir entre marcas verdaderas y marcas farsantes.
Por favor, no nos olvidemos de tratar a todos nuestros públicos como se merecen. Porque tanto clientes como empleados forman parte de la misma cadena.
Las empresas de nuestro entorno deben ser responsables, porque eso también está dentro de la cultura de la empresa. Cuando llueve, todo nos mojamos.
Como verás, no cito marcas en este post, seguro que tú conoces alguna que está un plano u en otro de este planteamiento.