La experiencia nos lleva a poder identificar que la decisión de compra de un usuario tipo o un consumidor se basa en distintas variables racionales e irracionales que llevan al éxito o fracaso la relación de venta con un producto o servicio.
Es tremendamente complejo poder saber con cierta seguridad que una nueva creatividad puede ser aceptada con total garantía por el target elegido para tal efecto. Cuando las marcas crean nuevos productos o servicios se enfrentan a la implacable decisión del consumidor, siempre con una dosis de irracionalidad impredecible e inquietante.
Los test de productos nacen para ello, para comprobar cómo se comportará el consumidor con el producto final, cómo lo aceptará o qué comportamientos se perciben de su primer encuentro. Esto ayuda a matizar y definir en mayor medida el resultado final antes de salir al mercado, pero no es definitivo, en absoluto!
Podemos crear los resultados más creativos posibles, pero siempre debemos tener en cuenta la relación del futuro producto o servicio con su entorno próximo, sus consumidores tipo, las tendencias actuales y los estados emocionales latentes en la sociedad contemporánea.
Es muy importante, como profesionales de marketing, tener una especial atención en las principales emociones que mueven a la sociedad por la que trabajamos. Está claro que las emociones ni se crean ni se destruyen, son innatas en las personas y se despiertan según los estímulos que recibimos. Ahí radica todo. Los estímulos que provoquen nuestras creaciones influenciarán que el deseo de compra sea más potente o menos.
Nuestro cerebro está constantemente pidiendo estímulos para identificar qué pasa a nuestro alrededor y decodificar información. Si nuestros nuevo producto o servicio no estimula la atención del cerebro del consumidor objetivo, estaremos perdiendo la batalla.
Definir y entender bien qué nos mueve en este mundo, nos dará algunas respuestas sobre cómo despertar el deseo de los consumidores por según qué cosas.
Pensad, cuando una persona se enfrenta a un espectáculo de magia, desea conscientemente que le engañen, con toda su alma. ¿No parece tremendamente irracional? Y además, si descubre el truco, se sentirá decepcionado y engañado, valga la paradoja!!