Hoy os traigo un post interesante, diferente, una reflexión sobre lo simple y su vinculación con el marketing, las marcas y los productos de la mano de Richard Jimenez. Un alumno, y amigo, que he tenido en mi módulo en Desarrollo de Nuevos Productos en la Maestría de Mercadeo de la Institución Universitaria ESUMER en Medellín, que ha decidido dar un paso al frente.
Os dejo con ella:
La palabra simple resulta ser buena para los procesos, para dar soluciones, para la marca, pero que a su vez genera verdaderas complicaciones al intentar llevarse a cabo es definida como: “adj. Sin composición además como algo sencillo, sin complicaciones ni dificultades” (RAE, 2016).
Lo simple se puede ver en las marcas, algunos ejemplos que nos ilustran de lo simple que es una marca y la recordación que nos genera son estos que se obtuvieron del excelente proyecto Brand Spirit:
[Quizás te interese este post que escribí hace un tiempo sobre “Qué es un producto sin marca“]
Quizás estas marcas nos puedan reflejar lo simple que se puede ser al generar recordación en los productos que ofrecen, sin colocar su nombre en la imagen o colores ya identificamos a la marca que pertenecen.
Partiendo de las marcas podemos hacer una síntesis del mundo de lo simple: Ser simple es algo complejo, porque implica saber comunicar (Fernández, 2012, p. 140). Partiendo de esta premisa lo simple se está llevando al pensamiento de lo complejo, dando explicaciones complejas que no resultan sencillas para la comunicación asertiva de las marcas o servicios.
El sujeto se siente privado con una idea simple, llevando a que se pregunte con dificultad como se puede generar esa idea y como se puede trasladar de lo complejo a lo simple. La formación empresarial lo sufre, ya que busca que cada sujeto desarrolle un pensamiento que trasforme ese inconveniente empresarial en una oportunidad de mejora para la organización.
Pero cuando se comienza a darle vueltas a una idea para darles soluciones posibles a un problema, se torna un caos generando que la idea se convierta en una complejidad y que el entorno se confunda con demasiada facilidad.
Muchos sujetos se enfocan a crear soluciones complejas a problemas simples, problemas que son solucionados con pensamiento lógico y fácil de descifrar.
Por cuanto la complejidad humana lleva al sujeto a sentirse vació de pensamiento, a generar un temor al pensar, un temor al fracaso de su pensar y de envolverse en un complejo de pensamiento.
La sencillez necesita siempre una ayuda para que se pueda llevar a cabo –El sentido común-, sentido que hace que el sujeto no esté orientado a cumplir unas reglas específicas y se perfecciona en pensamientos teóricos y prácticos.
De acuerdo al contexto que se ha desarrollado hasta ahora, algunas preguntas son generadas sobre lo complejo de ser simple: ¿Por qué se hace que todo se convierta en complejo? ¿Por qué el pensamiento del sujeto se rige por unas reglas específicas que la sociedad le impone?
Mirando y contextualizando el pensamiento humano, se convierten reglas en complejos comunicativos, el lenguaje en símbolos indescriptibles y procesos y procedimientos en largos y complejos. Esto ha conllevado a que ser simple se convierta en una amenaza para quien lo realiza.
Lo complicado de nuevos textos que están saliendo al público, es que el autor o autores dan expresiones complejas para lo cual sienten que entre más ostentosa sea la expresión más trascendente serán sus apreciaciones.
Esto ha llevado que la forma de comunicar se reduzca a grandes búsquedas de interpretaciones por parte del sujeto.
Pero al igual que los expertos están complicando la comunicación, los sujetos que dan forma a nuevas forma de pensamiento, de producción y de marketing están llenado sus teorías en vacíos complejos y de mucha información.
Foto: andrewchen.co