Happinomics, la relación entre la felicidad y la conducta del consumidor

Llevamos ya un tiempo hablando del impacto de la felicidad en las personas, los consumidores y en la sociedad en general. Un tiempo aceptable para saber que los enfoques económicos tradicionales han comenzado a darse cuenta de este tipo de impactos y de la felicidad y el bienestar subjetivo. Y ahí es donde nace el concepto de happinomics, en el contexto relacional entre la economía y la felicidad de las personas.

En este artículo vamos a explorar el concepto de happinomics, como en anteriores ocaciones lo hemos hecho de la economía conductual, la economía naranja o incluso, uno de los más recientes, la economía azul.

El concepto de happinomics

La happinomics se basa en la premisa de que el bienestar subjetivo y la satisfacción personal son aspectos fundamentales del desarrollo económico y social. A diferencia de los indicadores económicos tradicionales, como pueden ser el PIB o la inflación, etc. que solo miden el crecimiento material o el poder adquisitivo, la happinomics se centra en la calidad de vida de las personas y su percepción de felicidad.

Seguro que has visto en muchas ocasiones titulares o publicaciones en la red social o en la prensa sobre este u otro país, o aquella u otra ciudad donde las personas son más felices. No es casual, las personas anhelamos la felicidad y la buscamos, de una manera más activa o menos.

De hecho, la felicidad, entendida como el bienestar subjetivo, puede influir en diversas áreas de la vida, incluida la conducta del consumidor. Al comprender cómo la felicidad afecta las decisiones de compra y el comportamiento del consumidor, las empresas pueden adaptar sus estrategias y políticas para promover el bienestar y la satisfacción de los individuos.

Cómo influye la felicidad en la conducta del consumidor

La felicidad puede jugar un papel significativo en la toma de decisiones. Estudios y autores, como Dylan Evans, han demostrado que las personas que se sienten más felices tienden a gastar más dinero en bienes y servicios que mejoran su bienestar subjetivo. Por otro lado, aquellos que se sienten menos felices pueden ser más cautelosos en sus gastos y buscar formas de aumentar su satisfacción.

Además, la felicidad también puede afectar las preferencias, necesidades y deseos del consumidor. Las personas que valoran la felicidad como un objetivo central de sus vidas pueden estar más inclinadas a buscar productos o servicios que promuevan esa sensación de bienestar. Por ejemplo, podemos ver el crecimiento de la demanda de productos relacionados con la salud y el bienestar, como alimentos orgánicos, actividades de ocio y productos ecológicos, impulsados por la búsqueda de una vida más feliz y saludable. [Véase este artículo sobre La Teoría del Pintalabios Rojo]

En los aspectos que involucran al marketing, la felicidad, pero en general los valores emocionales tienen un gran impacto en las estrategias planteadas. La publicidad tradicional se ha centrado un múltiples ocaciones en transmitir la felicidad y el bienestar a la hora de adquirir y consumir cualquier determinada marca o producto. Los mensajes que resaltan la alegría, la satisfacción y la conexión emocional tienen más probabilidades de resonar con los consumidores y motivar sus decisiones de compra.

¿Es importante la satisfacción del consumidor?

En un escenario actual dominado por la omnicanalidad, la satisfacción del consumidor se ha convertido en un factor decisivo para el éxito de las marcas. La happinomics reconoce que la felicidad y el bienestar subjetivo están estrechamente relacionados con la satisfacción del consumidor.

Las empresas que priorizan la felicidad de sus clientes pueden establecer relaciones más sólidas y duraderas con ellos. Al comprender las necesidades y deseos de los consumidores y ofrecer productos y servicios que mejoren su bienestar subjetivo, las empresas pueden estimular la fidelidad del cliente y obtener una mejor posición en el mercado.

Además, la felicidad de los empleados también juega un papel importante en la satisfacción del cliente. Un entorno laboral positivo y satisfactorio tiene el potencial de mejorar el servicio al cliente, aumentar la calidad de los productos y generar interacciones más placenteras entre los empleados y los consumidores.

La happinomics aporta una perspectiva más global de la economía y la conducta humana

Al reconocer la importancia de la felicidad y el bienestar subjetivo, podemos comprender mejor cómo estos aspectos influyen en las decisiones de compra y en la satisfacción del consumidor. La happinomics es una manera de tener una visión amplia de todo esto.

En un acto del Museo de la Ciencia de Boston, Robin Young recordó que Dinamarca figura sistemáticamente entre los países más felices. “¿Qué hacen bien los daneses?”, preguntó a los participantes. ¿Su respuesta? Los daneses tienen una desigualdad de ingresos muy baja y una actitud muy positiva hacia el gobierno.

La relación entre la felicidad y la conducta del consumidor es bidireccional: la felicidad afecta las decisiones de compra, mientras que las experiencias de consumo pueden influir en el bienestar subjetivo. Es fundamental que las empresas y los responsables de políticas tengan en cuenta estos aspectos al diseñar estrategias y políticas que promuevan la felicidad y el bienestar de las personas.

En última instancia, la happinomics nos invita a repensar cómo medimos y valoramos el éxito económico, centrándonos en la mejora del bienestar subjetivo de las personas. Al hacerlo, podemos construir una sociedad más equilibrada y satisfactoria, donde la felicidad y el bienestar sean consideraciones fundamentales en nuestras decisiones y acciones.

Foto de Brooke Cagle en Unsplash

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La humanización del B2B: el marketing emocional también para empresas

Casi históricamente, el marketing B2B (business to business) ha tenido fama de ser serio, racional y, por qué no decirlo, un poco aburrido (en general, pocos estudiantes he encontrado a los que les llame la atención más la venta de tornillería a fabricantes, que la venta de perfume). Frente al B2C, que siempre ha jugado con las emociones, las marcas B2B parecían empeñadas en hablar en tecnicismos, datos y presentaciones llenas de siglas. Sin embargo, algo está cambiando. Las empresas se están dando cuenta de que, al final, quien decide una compra no es una “empresa” en sí, sino una persona. Y las personas, ya sabes, sienten, se emocionan y conectan con las historias humanas.

De vender productos a construir relaciones

Durante mucho tiempo, el enfoque B2B se ha centrado en demostrar la validez técnica del producto o servicio que vendía. Podría ser lógico: los clientes eran otras empresas que buscaban eficiencia, rentabilidad y resultados. Pero en los últimos años, con la digitalización y la sobreoferta de soluciones, ese discurso se ha vuelto insuficiente.

Hoy, cuando un responsable de compras compara proveedores, no solo busca el mejor precio, sino también confianza, empatía y propósito. Quiere entender quién está detrás de esa marca y por qué debería creer en ella.

Por eso, las marcas B2B están empezando a usar recursos que antes parecían exclusivos del marketing que iba directo al consumidor: storytelling, tono humano, contenido emocional y estrategias de personalización que hablan directamente a las necesidades de las personas, no solo de las empresas.

El papel del storytelling en el mundo B2B

Contar historias no es solo cosa de marcas de consumo final. En realidad, el storytelling tiene aún más impacto cuando se aplica en entornos donde no se espera.

Un ejemplo muy claro es el de HubSpot, la plataforma de automatización de marketing para profesionales. En lugar de limitarse a hablar de sus herramientas y métricas, HubSpot ha construido toda una narrativa en torno al crecimiento, la colaboración y la educación. Sus campañas y su contenido no venden directamente el producto: venden una filosofía de trabajo más humana y eficiente. Incluso en su podcast “The Growth Show” comparte historias reales de empresas y emprendedores, lo que les permite conectar emocionalmente con su audiencia profesional.

Otro caso interesante es el de Mailchimp, una empresa que empezó como un pequeño servicio de email marketing para pymes. Con el tiempo, entendieron que sus usuarios no querían solo un software, sino un aliado para ayudarles a seguir creciendo. Por eso, Mailchimp comenzó a contar historias de sus clientes —emprendedores, creativos, pequeñas marcas— y a presentarse como una herramienta que da poder a la gente. Su tono cercano, incluso humorístico, rompió con la rigidez habitual del marketing B2B.

Lo que ambos ejemplos tienen en común es que ponen a las personas en el centro (sí, algo que hemos escuchado mucho, pero que es la realidad). Ya no hablan de funcionalidades, sino de cómo su solución mejora la vida laboral de quienes la usan. Y eso, en el fondo, es lo que realmente conecta.

Quédate con esto: Personalización, es el nuevo lenguaje entre empresas

Si el storytelling es la voz emocional del B2B moderno, la personalización es la vía.

Las marcas que triunfan en este terreno han entendido que los clientes B2B también esperan experiencias a medida. No quieren recibir el mismo correo genérico que cientos de empresas más. Quieren que les hables de su situación concreta, que comprendas sus desafíos y que les ofrezcas soluciones específicas.

Un ejemplo inspirador es también el de Salesforce, que utiliza datos y automatización para personalizar la experiencia de cada cliente potencial. Desde el primer contacto, adaptan los contenidos, los casos de éxito y las demostraciones según la industria y el tamaño de la empresa. Pero lo hacen sin perder ese toque humano: muchos de sus contenidos incluyen entrevistas reales con clientes y empleados, lo que refuerza la autenticidad del mensaje.

Otro caso es el del clásico IBM, una compañía que, pese a su tamaño, ha sabido mantener un tono cercano en su comunicación. Su estrategia de “Account-Based Marketing” se centra en entender profundamente las necesidades de cada cliente y crear contenidos específicos para ellos. En lugar de hablar de “productos”, hablan de alianzas.

Humanizar el marketing B2B no significa perder profesionalismo. Significa recordar que detrás de cada decisión de compra hay personas con emociones, con miedo a equivocarse, con ilusión por hacer bien su trabajo. Y cuando una marca demuestra empatía y comprensión, gana algo mucho más valioso que una venta: credibilidad.

Las marcas que se atreven a mostrar vulnerabilidad —por ejemplo, compartiendo aprendizajes de errores o historias de superación— logran diferenciarse en un mercado saturado. Porque la autenticidad se siente. Y en un entorno donde todos prometen resultados, quien se muestra genuino genera confianza.

El futuro del B2B será más emocional que técnico

No se trata de abandonar los datos o las métricas. Se trata de equilibrarlos con una comunicación más cálida, que haga sentir que hay personas detrás del logo. En los próximos años, veremos más marcas B2B apostando por contenido con rostro humano: vídeos con empleados, poniendo a los CEO’s en el foco mediático, podcasts con clientes, campañas centradas en historias reales y mensajes personalizados que parecen escritos “para ti”.

El cambio ya está en marcha. LinkedIn, por ejemplo, está lleno de marcas que han empezado a publicar contenido con tono conversacional, incluso humorístico. Empresas que antes hablaban de “soluciones integrales” ahora cuentan cómo su equipo ayudó a un cliente a resolver un problema concreto, o cómo su cultura interna les inspira a innovar.

Y eso, más que una moda, es una señal de madurez del marketing B2B. Porque si algo hemos aprendido en los últimos años es que la conexión humana no es exclusiva del consumidor final.

Foto de Dibakar Roy en Unsplash

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Invitados desconocidos para bodas: ya hay personas que pagan por asisitir a bodas de extraños

Hoy te traigo una tendencia muy, pero que muy inusual que ha comenzado a ganar mucho protagonismo: parejas que invitan a completos desconocidos a sus bodas… a cambio, eso sí, de un pago. Lo que podría parecer una excentricidad o una estrategia desesperada para llenar mesas vacías, en realidad está abriendo un nuevo capítulo en el marketing experiencial y en la forma en que las marcas pueden conectar con los consumidores a través de emociones auténticas. Las bodas se convierten en auténticos festivales.

¿Qué está pasando realmente con esta tendencia de desconocidos en bodas ajenas?

En redes sociales como TikTok, Instagram y foros de experiencias en general, han comenzado a circular historias de personas que pagan entre 50 y 150 euros por asistir a bodas de desconocidos. Es algo escéntrico, sí, pero a cambio, reciben una experiencia completa: comida, bebida, música, interacción social y, sobre todo, la posibilidad de vivir un momento emocionalmente cargado sin necesidad de estar emocionalmente implicado. ¡Vaya paradoja!

Algunas parejas de novios lo ofertan para terminar de cubrir costes, otras por el simple placer de compartir su felicidad con más personas. Pero lo interesante es cómo esta tendencia está captando la atención de consumidores jóvenes, especialmente millennials y generación Z, que valoran las experiencias por encima de los bienes materiales.

El marketing emocional: una oportunidad inesperada para conectar

Desde hace años, las marcas buscan formas de conectar emocionalmente con sus audiencias. Esto no es nuevo. El marketing experiencial se basa en ofrecer vivencias memorables lo que ha sido una de las estrategias más efectivas para el contexto actual. Este nuevo concepto de “bodas de pago” encajan perfectamente en esta lógica: son eventos cargados de simbolismo, alegría, estética y conexión personal.

Pero… ¿Y para las marcas qué representa?

  • ¿Puede haber espacio para marcas patrocinadoras? Desde vinos locales hasta fotógrafos, floristas o diseñadores de vestidos, muchas marcas y muy variadas pueden integrarse de forma natural en estos eventos.
  • Contenido generado por el usuario (UGC): los asistentes suelen compartir su experiencia en redes sociales, lo que multiplica el alcance orgánico del evento y de las marcas asociadas.
  • Segmentación emocional: asistir a una boda, aunque sea de desconocidos, genera una conexión emocional que puede ser aprovechada para campañas posteriores.

Pero… ¿Por qué alguien pagaría para ir a una boda ajena?

Desde el punto de vista del consumidor, esta tendencia responde a varias motivaciones:

  1. FOMO (Fear of Missing Out): Las redes sociales han amplificado el deseo de vivir experiencias únicas. Una boda ajena, con todo su glamour y emoción, es un evento “instagrameable” por excelencia.
  2. Curiosidad social: Imagina asistir a una boda francesa, italiana o polaca… Puede ser un atractivo para turistas para sumergirse en la cultura local.
  3. Soledad y búsqueda de conexión: En un mundo cada vez más digital, las experiencias humanas reales se valoran más. Una boda es un entorno ideal para conocer gente, bailar, reír y sentirse parte de algo.

¿Qué pueden aprender los profesionales del marketing?

Esta tendencia, aunque aún muy incipiente, ofrece varias lecciones clave para quienes trabajan en marketing:

  • El valor de lo inesperado: Las experiencias que rompen con lo cotidiano generan mayor impacto emocional. Invitar a desconocidos a una boda es tan inusual que se convierte en memorable.
  • La economía de la experiencia sigue creciendo: Las personas están dispuestas a pagar por momentos únicos, incluso si no tienen un vínculo directo con ellos. Esto abre la puerta a nuevos modelos de negocio basados en la participación emocional.
  • Autenticidad como motor de engagement: A diferencia de eventos artificiales o montados para el marketing, las bodas reales tienen una autenticidad que las hace irresistibles. Las marcas que logren integrarse sin forzar su presencia pueden beneficiarse enormemente.

Las bodas para desconocidos (que por ahora vemos en Francia) no son solo una curiosidad viral. Son un reflejo de cómo los consumidores actuales buscan experiencias auténticas, emocionales y compartibles. Para los profesionales del marketing, representan una oportunidad para repensar cómo se construyen las conexiones con el público.

En un mundo saturado de anuncios, lo que realmente deja huella es lo que se vive. Y si eso incluye bailar con extraños bajo luces de guirnalda en una boda francesa… quizás sea hora de decir “sí, quiero” al marketing emocional del futuro.

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